El ritmo de la energía y el universo

🌿 El Ritmo del Universo y la Abundancia en Reiki 🌿
Queridos maestros de Reiki, al observar los ciclos de la naturaleza descubrimos que todo en el universo responde a un ritmo perfecto, constante y eterno. El día da paso a la noche, las estaciones se suceden unas a otras, el mar avanza y retrocede en un compás que no requiere de nuestra voluntad para cumplirse. Incluso nosotros respiramos al compás de esa danza cósmica, en un movimiento de inhalar y exhalar, de recibir y entregar, de expansión y recogimiento. Ese pulso universal sostiene nuestra vida y nos recuerda que somos parte de una totalidad en movimiento que no se detiene jamás. En este momento entramos en un ciclo de expansión, un periodo de abundancia que el universo nos ofrece como oportunidad para reconocer y disfrutar los frutos de lo que hemos sembrado con conciencia y paciencia.
La abundancia en Reiki no se limita a lo material. Es cierto que puede expresarse en estabilidad económica, en recursos y en proyectos que prosperan, pero su esencia es más amplia y profunda. La verdadera abundancia se manifiesta en la claridad de la mente, en la fortaleza del espíritu, en las relaciones que florecen y se armonizan, en la confianza que sentimos al caminar por la vida y en la certeza de que cada paso es sostenido por fuerzas invisibles que nos acompañan. Abundancia es también el flujo inagotable de amor compasivo que transmitimos a través de nuestras manos, la paz que experimentamos al cerrar los ojos y conectarnos con la fuente universal, y el tiempo que la vida nos concede para seguir aprendiendo, sanando y guiando a otros.
El ritmo del universo es también el ritmo de nuestra práctica. Así como la tierra ofrece frutos cuando el agricultor siembra con paciencia y cuida con respeto los ciclos naturales, nosotros cosechamos abundancia cuando vivimos en coherencia con los principios de Reiki. El primer principio es la gratitud. Agradecer abre la puerta a todo lo que ya está presente y prepara el terreno para lo que vendrá. Cuando agradecemos por lo pequeño y lo cotidiano, cuando reconocemos los dones invisibles que sostienen nuestra existencia, nuestra vibración se expande y nos conecta con la frecuencia de la abundancia. La gratitud nos recuerda que nada nos falta, que ya estamos completos, y desde esa plenitud interior la vida responde con generosidad.
Otro principio esencial es la confianza. El universo tiene un tiempo perfecto que no siempre coincide con nuestras expectativas. La mente muchas veces quiere que los resultados sean inmediatos, que los frutos aparezcan antes de tiempo, que la vida responda a caprichos del ego. Sin embargo, el ritmo universal nos enseña que hay momentos para sembrar, momentos para cuidar y momentos para cosechar. Reiki nos invita a confiar en ese proceso, a comprender que incluso en la quietud y en el silencio se está gestando la vida, que la abundancia no siempre es visible de inmediato pero ya existe en planos más sutiles y se manifestará en el momento oportuno.
Cada práctica de Reiki es una oportunidad de sintonizarnos con ese pulso cósmico. Cada vez que imponemos nuestras manos, cada vez que nos entregamos al fluir de la energía, fortalecemos nuestro canal y nos conectamos con el flujo abundante del universo. No se trata solo de sanar un cuerpo físico o de aliviar un dolor emocional, se trata también de recordar que somos parte de un campo ilimitado de posibilidades. En la medida en que nuestra vibración se armoniza, nuestro entorno comienza a reflejar esa coherencia. Es común que los practicantes de Reiki experimenten transformaciones en sus relaciones, en su salud, en sus proyectos y en la manera en que la vida les responde. Nada de eso es casualidad: es la consecuencia natural de vibrar en coherencia con el ritmo del universo.
En este periodo de abundancia que se abre ante nosotros, la invitación es a vivir con mayor consciencia y responsabilidad. Todo lo que llega a nuestra vida, ya sea una oportunidad o un desafío, es un espejo de lo que hemos sembrado. Si hemos sembrado amor, paciencia y compasión, esos serán los frutos que recibiremos. Si aún encontramos carencias o bloqueos, no debemos juzgarnos ni culparnos, sino verlos como oportunidades para aprender a sembrar de otra manera. Reiki nos recuerda que siempre estamos a tiempo de limpiar nuestro campo energético, de reordenar nuestras intenciones y de reconectar con la fuente para que la abundancia pueda manifestarse plenamente.
La abundancia no se acumula, se comparte. Lo que recibimos no es solo para nosotros, la energía que fluye a través de nuestras manos está destinada a circular. Cada vez que compartimos nuestro tiempo, nuestra escucha, nuestra sabiduría o nuestra práctica, fortalecemos el flujo de la abundancia. El universo confía en los canales que están dispuestos a dar, porque sabe que lo entregado volverá multiplicado. De ahí que cada gesto de generosidad sea también un acto de siembra para nuestro propio camino. Reiki es abundancia en sí mismo porque nos convierte en vehículos de un caudal infinito de energía compasiva que nunca se agota.
Este es un momento para abrirnos sin temor y dejar atrás viejas creencias de carencia. Muchas de esas ideas fueron heredadas: nos enseñaron que lo bueno era escaso, que no merecíamos plenitud, que recibir demasiado era motivo de culpa. Pero Reiki nos enseña que la energía universal es inagotable y que todos tenemos derecho a vivir en plenitud. No se trata de acumular, sino de confiar en que la vida nos ofrece exactamente lo que necesitamos en cada etapa. La abundancia es un estado de conciencia en el que reconocemos que lo esencial ya está en nosotros, y que lo externo llega como reflejo de esa vibración interna.
Así, en este nuevo ciclo, caminemos con gratitud y confianza. Recordemos que cada pensamiento, cada intención y cada acción son semillas que germinan y se multiplican. Vivamos con la certeza de que el universo es generoso y que nuestra labor como maestros de Reiki es sostener ese flujo, enseñando a otros a reconocer también su conexión con la abundancia. Reiki nos invita a comprender que el verdadero poder no está en lo que acumulamos, sino en lo que somos capaces de transmitir desde nuestro ser esencial.
Que esta semana sea un recordatorio de que la abundancia no es un destino lejano ni una promesa incierta, sino una realidad presente en cada instante de nuestra vida. Está en el aire que respiramos, en el alimento que nos sostiene, en el amor que damos y recibimos, en la energía que fluye cuando imponemos las manos. Somos abundantes porque somos parte del ritmo del universo, y al reconocerlo nos abrimos a recibir con gratitud todo lo que la vida tiene para ofrecernos.
Con gratitud y unidad,
Liv Gyandev Tenzing Wang Dak
