El Silencio interior

Vivimos rodeados de ruido… la ciudad, las noticias, los pendientes, incluso nuestros propios pensamientos parecen no darnos tregua. Y a veces olvidamos que dentro de nosotros hay un lugar distinto, un espacio al que podemos volver siempre: el silencio interior. No es simplemente que no haya palabras o sonidos afuera, sino ese instante en que la mente descansa y el corazón por fin puede escucharse a sí mismo...
Cuando practicamos Reiki, ese silencio se vuelve un aliado fundamental. Porque la energía no necesita que pensemos qué hacer con ella; Reiki fluye de manera natural. Lo que sí necesita es que nos apartemos un poco del ruido interno para dejar que esa fuerza encuentre el camino correcto. Cuando logramos estar en calma, aunque sea unos segundos, sentimos con más claridad cómo la energía se mueve, cómo el cuerpo responde, cómo el alma se acomoda. Es un regalo que nos damos y que damos también a quienes acompañamos...
Sé que no siempre es fácil llegar a ese silencio. La mente insiste en traer recuerdos, preocupaciones, planes. Parece como un niño inquieto que no quiere quedarse quieto ni un momento. Pero poco a poco, con práctica y paciencia, podemos entrenarnos para habitar la quietud. Reiki nos ayuda: cuando imponemos las manos, la respiración se hace más lenta, la energía nos envuelve, y entonces el silencio empieza a asomarse como un visitante esperado...
Ese silencio interior no es vacío, al contrario, está lleno de vida. En él encontramos claridad, intuición, fuerza. Muchas veces buscamos señales en todas partes, pero la verdadera voz que nos guía aparece cuando la mente calla. Allí descubrimos que las respuestas estaban dentro de nosotros, esperando el momento en que nos detuviéramos para escucharlas. Es como si el silencio hablara, pero en un lenguaje distinto: el lenguaje del alma...
En nuestra vida diaria podemos cultivar instantes de silencio. No necesitamos extensos retiros ni escapar de todo. A veces basta con unos minutos de respiración consciente antes de empezar el día, o un instante de pausa antes de responder un mensaje, o ese momento de gratitud antes de dormir. Son gestos sencillos que nos entrenan a volver a casa, a nuestro centro, al lugar donde nada nos falta porque todo se ordena dentro...
Y cuando ese silencio lo compartimos como grupo, se vuelve todavía más poderoso. Ustedes lo han sentido: cuando estamos en un encuentro, aunque no hablemos, la energía que se forma es fuerte, limpia, sanadora. Nuestro silencio conjunto es un servicio al mundo. Donde hay caos, ofrecemos calma. Donde hay dolor, ofrecemos contención. Donde hay dudas, ofrecemos confianza. Eso también es Reiki: sostener con amor desde la quietud...
Por supuesto, el silencio interior es un camino. Al principio puede incomodar porque aparecen pensamientos que no habíamos querido mirar o emociones que estaban guardadas. Pero si no huimos y nos quedamos presentes, poco a poco se asientan, como la arena en un vaso con agua. Entonces todo se aclara, y en esa claridad entendemos mejor quiénes somos y qué venimos a dar...
Queridos compañeros, mi invitación para esta semana es muy simple: regalémonos instantes de silencio. Que sea al empezar el día, al terminar una práctica, o en medio de la rutina. Silencio no solo para descansar, sino para escuchar. Silencio para sentir cómo Reiki fluye, cómo nuestra luz se expande, cómo estamos sostenidos por algo más grande que nosotros mismos.
Sigamos unidos en esta red de amor y sanación, recordando que la verdadera fuerza no está en la prisa ni en las palabras, sino en la paz que logramos cultivar dentro. Y que cada silencio que habitemos será también un regalo para quienes nos rodean...
